Cuando empezamos a trabajar en un lugar nuevo, todo se torna diferente, el ambiente de trabajo es nuevo, es una nueva oportunidad para mostrar nuestros talentos y demostrar porqué estamos en el lugar que estamos, es natural sentir la presión de dar un buen desempeño, de dar lo mejor e intentar hacer nuestro trabajo de manera impecable. El enfocarnos en el trabajo está bien, pero no debemos dejar de lado nuestras otras actividades, dando atención a nuestra salud, nuestras amistades y nuestra familia, es fácil dejarse agobiar por todo lo que nos rodea y nos debilitamos con lo más mínimo que intenta afectarnos, pero está bien, porque nosotros nos estamos enfocando en nuestro trabajo y es algo fundamental en nuestras vidas. Pero para poder alcanzar un control y poder equilibrar todo lo que nos sucede debemos aclarar esto, necesitamos dos puntos: Intención y criterio, si seguimos cada uno de estos podremos convertirnos en excelentes cristianos.
Intención
Como
cristianos que somos debemos pensar que todo lo que hacemos es en nombre de Dios,
de esta manera podemos tener una visión mucho mas clara de todo lo que sucede a
nuestro alrededor, si nosotros trabajamos con la intención de servir a dios
vamos a experimentar una satisfacción enorme, la doble intención nunca será
aceptada, porque no podemos servir y velar por los intereses de dos o más
personas al mismo tiempo.
Criterio
La falta
de criterio dentro de esta sociedad nos lleva a actuar de manera incorrecta,
sin saber como estamos actuando y estamos actuando mal. Cuando nosotros tenemos
un criterio propio dejamos de ser personas influenciables, empezamos a tomar
nuestras propias situaciones y a tomar las mejores decisiones, siempre teniendo
en cuenta lo mejor para nosotros y para los demás.
Referencias
López, J. (2019). Unidad de vida en la
profesión. Catholic.net. Recuperado
de: http://bit.ly/2YWuHJw
No hay comentarios:
Publicar un comentario